domingo, 15 de enero de 2017

PORTAL

Tenía que cerrar la puerta del fondo. Lo había intentado un par de veces, con unos candados, pero estaba tan desvencijada que por más ingenio que pusiese podía abrirse con un simple empujón. Ahora mi hija me acaba de revelar que el secreto radica en un candado extra, trabado en un aro de hierro que estaba en el piso y que yo no había advertido. Me pongo a trabajar presuroso. Cae la noche y la puerta del patio es el acceso preferido de todos sus demonios.


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