sábado, 18 de enero de 2020

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL TURISMO EN CÓRDOBA

En la mesa hay cuatro señoras mayores y un nene. Quizá también una pareja joven, eso no lo tengo muy presente, pero creo que alguna charla mantenía con otras personas aparte de las viejas. Lo concreto es que dos de ellas eran antiguas alumnas de teatro de grupos distintos, y en distintos tiempos y ciudades. Se ponen a hablar de que los argentinos somos todos descendientes de inmigrantes. Ahí salto con un: "¡Yo no, canejo!" Y sigo actuando un gaucho ofendido y pendenciero que defiende las virtudes de lo autóctono. Una de mis ex-alumnas, a la que me dirijo en particular, se asusta, se va desplazando lentamente de lugar en la mesa hasta huir. La otra ex-alumna me reprocha haberla espantado. Sigo la actuación con el chico, que me mira asombrado, pero enseguida me arrepiento y lo abrazo, riéndome. Comenzamos a recorrer juntos los pasillos del hotel. Yo lo dejo, puesto que me alojo en planta baja y él en primer piso. Llego a la habitación y veo por la ventana que da a un jardín, que mi suegro me había hecho lavar el auto por un mucamo. Ahora, mientras mi suegro le da charla, el mucamo termina de lustrarlo. Decido ir a bañarme. Me dirijo al cuarto de baño. Hay agua sucia en el piso. Pienso que alguien dejó la canilla abierta, pero no. Advierto que agua y barro llegan de afuera, del jardincito de delante de la habitación. Hasta en el picaporte hay un barro fétido que vaya a saber cómo subió hasta ahí. Corro a buscar al empleado del hotel que estaba lavando el auto, pero desapareció junto con mi suegro. Mi suegra me los señala a un par de cuadras, sentados en un banco de la calle, jugando a las cartas. Voy en esa dirección pero de pronto dejo de divisarlos. Ya pasé largamente la distancia que había calculado y no están por ninguna parte. Pienso en volver a pedir en recepción que solucionen el problema o me cambien de habitación, cuando alguien me llama a los gritos por mi nombre. Es un ex compañero de secundaria que no veo ni tengo contacto desde hace años. Ambos nos asombramos del hecho de coincidir en esa localidad cordobesa. Está con su mujer -amiga también de otros tiempos- que me saluda fríamente. Raro en ella, siempre fue simpática. Hasta el exceso de lo meloso, diría. Mi ex-compañero me pregunta si vine a hacer teatro. Le contesto que no, que estuve haciendo un par de funciones en Carlos Paz (aunque dudo que haya sido en Carlos Paz) pero que hoy parto para Cuba. Me despido, me urge solucionar lo del baño.


miércoles, 15 de enero de 2020

CUIDADO CON LOS LADRONES

Estoy de visita en un pueblo francés y voy a averiguar algo a la recepción del hotel. Me dispongo a volver a mi cuarto fumando, cuando me cruzo con un camarero que lleva una pila de ceniceros en difícil equilibrio. Me los tiende para que apague allí el cigarrillo. Lo hago de forma descuidada. Él insiste para que lo aplaste bien. Le comento irónicamente: "le feu est très dangereux, n'est ce pas?"
Me contesta, lacónico:"un peu", y sigue su camino.
Se dirige hacia un ascensor oculto en un rincón, que yo no había advertido hasta el momento. Voy detrás de él y descubro que en ese recodo se abre un pasillo que lleva a una galería de arte. Nada me apura y decido entrar a curiosear.
Se hallan en exhibición piezas muy originales.
En un cuadro, por ejemplo, se ve a dos personajes sentados en un sillón. Pero si se cambia el ángulo de visión - como sucede con los "trompe l'oeil" de Dalí- los tipos aparecen sumergidos en el mar.
Noto la existencia de una boletería, me acerco y me entregan un ticket amarillo.
Llegan dos argentinos jóvenes que en un francés macarrónico consultan si allí hay un Brueghel.
Les brindan indicaciones que no llego a entender del todo, pero estoy seguro que los mandan a otro museo.
Yo sabía que en esa ciudad no había nada de Brueghel -por lo menos de El Viejo, que es el único que me interesa-, pero la escena me despierta curiosidad.
Cuando quiero preguntarles a los argentinos ya han desaparecido.
Otra argentina, una señora muy fina, de mediana edad, me susurra que me cuide de los ladrones y se aleja.
Me digo: "qué tendrá que ver la advertencia en un lugar como éste?".
El marido de la señora, que venía detrás, como si me leyese el pensamiento, me aclara que es en la calle  donde se encuentran los ladrones. Y que ella había quedado muy traumada después de un robo.
Desde la misma galería de arte están por partir dos colectivos. El que tengo más cerca es rojo y el de atrás es blanco.
Me quedo tranquilo porque mi ticket es amarillo.
Cuando prácticamente han subido todos los pasajeros (lo de subir es literal, porque son coches muy altos y se accede a ellos por medio de enrevesadas escaleras) registro que la luz me ha jugado una mala pasada y que mi ticket es en realidad de color blanco.
Corro y le grito al segundo  chofer, agitando el ticket: "blanche??"
Afirma con la cabeza y detiene el cierre de las puertas. Subo jadeando las escaleras y le presento el ticket a través de una ventanilla. Me indica la contigua, donde a cambio de mi boleto me devuelve unos cuantos francos.


martes, 14 de enero de 2020

EMPEZAR EL DÍA

Me levanté hace minutos.
Salgo a la calle.
Cuando ya me preguntaba cómo hacer para movilizarme, llega mi hermano a devolverme las llaves del auto, que tenía desde el día anterior.
Lo cual soluciona además el problema de mi amiga, que necesita que la alcance hasta un lugar que me queda -no tan- de paso (mi amiga apareció de pronto en la calle).
Pienso que ojalá mi hermano no haya dejado el tanque vacío, lo cual es muy propio de él.
Le pido a mi amiga que me aguante, que antes de arrancar debo afeitarme y desayunar. No tiene apuro, se queda charlando en la vereda con el vecino de al lado, que se asomó al balcón. Mi amiga es simpática y bonita.
Entro al bar que está adelante de la casa y me acomodo en la barra, con la intención que mi suegra, que recién abre, me sirva un café. Si bien todavía no hay parroquianos, mi suegra y la empleada se muestran ocupadísimas y me ignoran.
Me resigno entonces a pasar al comedor y afeitarme.
En vez de hacerlo frente a un espejo, elijo el viejo teléfono rectangular y negro, de pared.
Cuando estoy terminando, noto que no enjaboné y rasuré mi cara. Que todo lo hice sobre el teléfono.