lunes, 25 de diciembre de 2017

ACCIDENTE

La cana está levantando una infracción de tránsito en una avenida de doble mano, debajo de un puente. La mujer policía labra el acta sentada en una mesa, en medio de la calle. No hay vallado, ni desvío previo. La veo a último momento y me la llevo por delante con el coche. No iba a una velocidad excesiva, pero la mesa vuela y la mina cae al piso. Me bajo rápido del auto, temiendo que empiecen a los tiros. El tipo -ahora es un tipo- se levanta. Dudo en como llamarlo y le digo "agente" y le pregunto si está bien. Me responde que sí, e inmediatamente cae desmayado. Noto que se le forma un enorme chichón en la cabeza. Me asalta la duda si el seguro va a cubrir atropellar a un policía. Trato de tranquilizarme con el argumento que no habían puesto vallado.


jueves, 16 de noviembre de 2017

DEL SUEÑO A LA PESADILLA

Me despierta en la alta madrugada el sonido apagado pero persistente de las teclas de un celular.
Es más... venía de soñar con ese sonido. El sueño intentó protegerme, se ve, pero fue derrotado.
Constato que mi mujer duerme profundamente.
A medida que recorro la casa en penumbra el sonido se va espaciando y extinguiendo.
Se me ocurre pensar que es posible que los fantasmas se comuniquen por celular.


jueves, 24 de agosto de 2017

EL HIJO DE LA VEJEZ DE SUSANA GIMENEZ

Susana Giménez había tenido un hijo y se lanzaba en todo el país una campaña solidaria para ayudarla con los gastos que le insumiría la maternidad. Yo entraba en una farmacia a comprar un remedio para mi cuñado, pero inconscientemente pedía un pañal de Susana Giménez. Recién cuando me anoticiaban del precio -$ 1500-, caía en la cuenta que se trataba de una gigantesca estafa y así lo manifestaba.
Otro cliente, un extranjero que había entrado detrás de mí, comentaba que según datos de la UNESCO, la desnutrición infantil en la Argentina había disminuido sensiblemente, merced a la labor benéfica de Susana Giménez. Le replicaba que eso era falso. A partir de ahí los empleados de la farmacia comenzaban a ningunearme. Dejaban de atenderme para ocuparse del extranjero. Yo reclamaba por mi turno y por el medicamento que necesitaba. Me contestaban que allí no se vendían lotes de terreno. Yo insistía a los gritos que no había ido por un negocio inmobiliario, sino por mi remedio.
Por fin, una empleada me indicaba que la siguiese. Yo lo hacía. Ella salía de la farmacia y entraba en otro comercio ubicado a una cuadra. Yo la esperaba en la puerta. Al volver, traía un budín en la mano. Le preguntaba qué tenía que ver eso con mi pedido. No alcanzaba a escuchar la respuesta que musitaba, de espaldas a mí y regresando a paso vivo a la farmacia. Le pedía que me repitiese y ella hacía un gesto desdeñoso con la mano, lo que me enfurecía. Sacaba entonces una tijera y la perseguía, advirténdole que no se le ocurriese entrar en la farmacia, porque los mataba a todos. Ella se arrodillaba, suplicando por su vida. Yo le pasaba al lado, guardando la tijera y riéndome.
La escuchaba gritarle a sus compañeros de la farmacia que no había peligro, que yo era un genio por la manera en que la había burlado.



viernes, 23 de junio de 2017

RASGADURAS DEL SUEÑO

Un profesor se apellida Frustración. Las calles no están iluminadas. Ya se sabe cómo son las rotondas. Cruza un gato.


viernes, 19 de mayo de 2017

EL EPISODIO INEDITO DE MAD MEN


Subjetiva -sabrán- es el procedimiento cinematográfico mediante el cual el espectador ve a través de la mirada de un personaje. He comprobado que el sueño la utiliza. 

Ibamos por un suburbio caminando con mi mujer y un par de personas conocidas, cuando advertimos que un caballo desbocado se dirige hacia nosotros. Propongo que nos protejamos detrás de un contenedor que está en la calle. El caballo lo salta y pasa de largo. Pero de pronto, a nuestro lado, aparecen dos jóvenes actrices amigas que dan saltos y contorsiones inverosímiles en el aire, como si estuviesen remedando al caballo. Un policía intenta detenerlas, interroga quién es cada una. A lo que responden secuencialmente: "actriz" "actriz". Entonces se oye una voz que dice: "Así que son actrices?" Me asomo y constato que quien habló es Peter Campbell, con un largo sobretodo. Continúa... "Quieren saber qué sucede cuando un caballo se desboca?" Señala la puerta de una casa donde entiendo quedó encerrado el caballo. Peter Campbell va a rematar la frase, pero comete un furcio, así que otro empleado de la agencia Sterling Cooper, que lo acompaña, completa -no se sabe si por compañerismo, o para robar un instante de protagonismo-: "No pasa nada". Ahí Peter abre la puerta de la casa, para que todos observen. Yo no quiero. Mi mujer sí. Se acerca y mira. A través de sus ojos, en una camilla, sosegado, veo al caballo.


sábado, 6 de mayo de 2017

PARTIDA DOBLE


Después de una violenta discusión, mi mujer entra en el baño, llevando una maleta de mano.
Detrás de ella, un poco más calmada y sin maleta, va a entrar mi mujer.
La detengo en la puerta y le pregunto quién es la otra.
"¿Cuál otra?", me responde.
Miro en el interior del baño y no hay nadie.


domingo, 26 de marzo de 2017

VIEJ@S CHOT@S (6)

El señor mayor iba en mi misma dirección. Decidí alcanzarlo unas cuadras. Debía pagar no se qué factura, la explicación era enrevesada. Llevaba algo para entregar, además, dentro de una caja de zapatos. Le advertí que siendo domingo, era posible que no le cobrasen. El insistía en que debía pagar. Charlando me pasé de mi destino, donde pensaba bajar al viejo. "Ya que estoy lo llevo al suyo", pensé. Le pregunto la dirección donde iba y los datos que me daba resultaban confusos. Paro el auto en una estación de servicio para examinar la factura que él supuestamente debía pagar y se trataba de un papel plagado de absurdidades. Entre ellas una dirección de correo electrónico que terminaba en @boludo.com.ar. Recordé a la viejita perdida en el día de tanto calor y concluí que mi destino era que me tomasen de boludo.


sábado, 25 de febrero de 2017

DECLARACION

25 de febrero de 2015 a las 23:58 
Ayer... fue ayer?... Sí, ayer presté declaración testimonial en una comisaría cercana a mi domicilio.
La impresora y las PC eran a querosén, pero la oficial que me tomaba declaración escribía con un dedo, así que todo resultaba armonioso, nadie llevaba apuro.
La habitación era un cubículo sin ventanas, que encima tenía una mampara delante de la puerta, a modo de división.
Cuatro personas trabajaban ahí... 
Trabajaban es un decir, claro...
Mucho humo en el ambiente.
Había un cartel de prohibido fumar que aunque lucía antiguo, no había sido leído todavía, me pareció.
Le redacté mi declaración a la oficial hasta donde pude, porque cuando le pedía que me la leyera no entendía nada de lo que ella había redactado.
Entonces me cansé y le pedí dar la vuelta y ver la pantalla, a lo que accedió gustosa.
Ahí empecé corrigiendo verbalmente, y terminé haciéndome cargo del teclado y el mouse.
Inicié a la oficial en algunos misterios, como los del copypaste.
"Usted pensará: justo me tocó esta rubia tarada", intentó disculparse.
"Cómo voy a pensar eso, si tiene unos ojos hermosos?", repliqué con mi mejor voz de galán de radioteatro y sin que tuviese que ver una cosa con la otra.
Igual, ella quedó encantada.


VIEJAS CHOTAS (5)


Dos de la tarde con el sol partiendo la tierra, salgo de casa para estacionar el auto más a la sombra, cuando se me acerca una viejita me pregunta en qué dirección quedaba una calle situada a más de diez cuadras de donde estábamos. Cuando la oriento, se desanima, me dice que va y viene en un sentido y otro, que está perdida. Siento que tengo que compensar en algo todo el mal que hago y la invito a subir al auto, para alcanzarla. Además, me cayó simpática la viejita. Parecía Heddy Crilla, en "Juan Lamaglia y Sra.". Era divertido ver las maniobras que hacía, ante mis indicaciones para colocarse el cinturón de seguridad. 
Como no se acordaba bien la dirección, empezamos a dar vueltas... Le consulto si reconoce más o menos el barrio y chilla: "Más me pregunta, más me confundo". Seguimos dando vueltas. 
Impaciente, la vieja revuelve en la cartera, pela el documento y de mal modo, me ordena: "fíjese la dirección ahí!".
Hubo que dar unas vueltas más porque la numeración de la casa estaba entre 41 y 42 y en el documento figuraba entre 47 y 48, que había sido la primera indicación de la buena señora .
Calculo que debe haber confundido a los del Registro, también.
Freno por fin ante su domicilio. 
"Al final, hubiese llegado antes caminando", rezonga la vieja de mierda, mientras le desabrocho el cinturón. 

No se puede ser buena gente.


domingo, 19 de febrero de 2017

FILIACIONES


Soy el sobrino nieto bobo de Ionesco.
El que vive en la villa miseria pegada al country de Fellini.
El cholulo que espera la salida de Crítica de Roberto Arlt para pedirle un autógrafo.
El que va al mismo bar que Armando Discépolo, pero nunca se animó a acercarse a su mesa.
El que calcula los miles de kilómetros que siempre lo separaron de O'Neill.
El que le pidió una entrevista a Ghelderode y ni siquiera obtuvo un no por respuesta.
El que pretendió abrirle la puerta del auto a Olivier y lo apartaron de un empujón.
El que le gritó por la calle "Adiós, don Luis!" a Sandrini, y Sandrini ni se dignó a darse vuelta.
Soy esa sumatoria de indignidades, vergüenzas, humillaciones y fracasos...
pero eso sí... orgulloso de serlo.


ESTAS MUERTO, ENTERATE

Me desperté tarde. Mucho calor. Igual salí a hacer compras. La verdulera nunca recuerda que quiero que me entregue en mano el papelito con la cuenta, que no lo tire en las bolsas junto con la verdura y las frutas. Siempre se termina perdiendo. No es que le desconfíe, hago el cálculo junto con ella y raramente le erra. Alguna vez, incluso, si le erró, fue de menos, es de lo más honesta. Pero me gusta llevar el control de lo que gasto, saber cuánto me puse en el bolsillo a la mañana y cuánto me queda a la noche. Me han criticado que lo hago de avaro. Yo creo, en cambio, que tiene que ver con el orden del universo. 
Hace tres mañanas, en Capital, fui a comprarle un peluche de los Minions a mi hija menor, que se había encaprichado con tener uno desde que estuvo a punto de sacarlo de una maquinita de los restaurantes del puerto, en Mar del Plata. En ese momento prometí regalárselo, pero no los encontraba. Ella se encargó de ubicarme un lugar donde los vendían.  El trayecto en auto, desde donde estaba estacionado, por las Cañitas, hasta el comercio, era de media hora, ida y vuelta. Decidí ir caminando,  se hicieron dos. Mi médica me prescribe caminar, y la mejor manera de cumplir, para mí, es teniendo un objetivo, me aburre caminar por circuitos. Y no uso auriculares ni nada que me distraiga. En ocasiones, cuando estoy estudiando texto de una obra, lo repito mentalmente. A falta actual de actividad teatral, el jueves, en Capital, dediqué la vuelta a repasar mis gastos desde el día anterior. No llevaba tickets encima, de modo que tuve que reconstruir todos mis pasos. No me cerraba la cuenta en 35 pesos. De pronto, recordé un detalle que se me había pasado por alto, de una compra de 15.  Restaban veinte, que me torturaron hasta poco antes de llegar al auto. Faltaba computar un Telekino. En ese punto, el universo restableció su armonía. 
De todas maneras, el recordar el día es un ejercicio que solía proponer a mis alumnos de teatro, para que tengan registro de su vida y observen a su alrededor. Vivimos demasiado rápida e irreflexivamente. También tengo por ejercicio reconstruir mis sueños.
Había comprado un dpto. en La Plata. Si bien era para alquilarlo, voy a averiguar detalles del funcionamiento del consorcio. En el hall de entrada, frente a un escritorio, está el encargado, rodeado de varias personas que al igual que yo, quieren plantearle dudas. Reconozco entre ellas a una actriz zarateña. Nos saludamos y empezamos a charlar mientras esperamos ser atendidos. Me dice que no pudo ir a ver mi última obra, o que no tuvo oportunidad de comentarme qué le pareció, porque se fue rápido, no entiendo bien. Desde el hall se ve el SUM abierto, donde hay gente sentada ordenadamente en filas. Empieza una especie de show, protagonizado por los mismos condóminos. Una mujer con dos cabezas dialoga consigo misma, tipo Chassman y Chirolita. Un número muy amateur. En ese punto, ingresan al edificio dos tipos mal entrazados, preguntando en qué piso se aloja Ibáñez. Tengo la sensación que son asaltantes. Pero cuando el encargado les da el dato, se meten en el ascensor sin problemas. A los pocos minutos, el encargado nota que el ascensor no ha arrancado. Abre entonces la puerta, y le pregunta a los sujetos qué pasa. Uno de ellos saca una ametralladora y lo acribilla. Huyo del edificio. En mi carrera paso por el kiosco de Caram y por la Plaza Mitre, de Zárate. 
Noto que nadie me persigue, y de a poco, con cautela, vuelvo sobre mis pasos. Ya está la policía, sacando en camilla el cadáver del encargado. Un trío de señoras mayores (unos diez  o quince años más que yo), sale del edificio comentando el hecho. Me pongo casi a la par para escuchar, y la que va del lado de la pared me toma del brazo. Intento aclararle que me confunde, pero ella empieza a contar del grupo de teatro del consorcio.  Me presento como actor y director. La dama, para mi asombro, me identifica por mi nombre. Halagado, le pregunto si vio algún trabajo mío. Me responde: “Cierta vez, necesitaba el texto de una obra de teatro, muy difícil de conseguir. Lo encontré en una librería de usados. El libro aparecía todo anotado, escrito, tachado. Como si alguien lo hubiese estado versionando. Me costó muchísimo reconstruir el original. Cuando iba terminando, debajo de una tachadura, alcanzo a descifrar el nombre de Miguel Dao”.
En ese instante entiendo que yo había muerto y que mis hijas habían vendido mi biblioteca.



sábado, 18 de febrero de 2017

BIBLIOTECA


Don Israel Marajovsky era un destacado dirigente socialista en Zárate, mi ciudad natal. Tenía una mueblería en Justa Lima y Ameghino, si no me falla la memoria. Yo andaría por los quince años cuando le compré mi primer biblioteca. Como buen socialista, era un fanático del teatro, y atesoraba la colección completa de la revista Bambalinas, que había mandado a encuadernar. Como le conté sobre mi afición, me prestó el primer tomo. Lo leí y se lo devolví. Me prestó el segundo. Cuando promediaba la lectura, me enteré que había fallecido. Podía haberlo devuelto a su viuda, no lo hice.
Recién lo encontré en la misma biblioteca que le compré a don Israel y que aún conservo. Lo abro y aparece su firma. Son revistas de 1918, tienen 99 años. Hace cuarenta y cuatro de aquel episodio.
Pero el tiempo no existe.



domingo, 29 de enero de 2017

MUTACION


Estoy en la esquina de Torchiana, en 19 de Marzo, y dos muchachos me abordan preguntándome el nombre de dos calles. Les señalo en dirección al Náutico y les digo que deben trasponer la barranca para que las calles tengan nombres, ya que en el casco urbano a todas se las denomina por números.

Zárate había mutado en La Plata.


CUENTAS PENDIENTES

"Señores, antes de entrarle al asado, deberíamos arreglar cuentas", digo en voz alta a mis compañeros de mesa. Viene una señorita y me señala, recuadrándolos con el dedo, a dos señores que están sentados en un extremo, contra la ventana. Son los encargados de cobrar, informa. Uno de ellos me parece Cóppola, al que vi entrar ayer a la mañana en la Boston de Varese, mientras desayunábamos con mi hija. "Hay que dividir entre once", añade la chica. "Pero si acá hay más de treinta personas!", me quejo. Un silencio incómodo.
Voy a la entrada del salón y me paro ahí para contar los comensales. Eludo una gotera que lo enchastra todo. Me encuentro con la psicóloga de mi papá, a la que no veo desde hace años. La abrazo y le pregunto cómo está papá. Ella, apoyando tristemente la cabeza en mi hombro, me contesta que ya no está...


lunes, 16 de enero de 2017

Advocatus Diaboli

Todos tenemos en nuestro haber alguna agachada, alguna cobardía, un instante de ruindad, una noche espantosa. Y también, todos, hemos dejado en el camino distintos testigos de esas miserabilidades. Supongamos que un fiscal diabólico los citase a declarar uno tras otro,en una única audiencia. Hasta dónde soportaríamos la audición de esos testimonios?


domingo, 15 de enero de 2017

PORTAL

Tenía que cerrar la puerta del fondo. Lo había intentado un par de veces, con unos candados, pero estaba tan desvencijada que por más ingenio que pusiese podía abrirse con un simple empujón. Ahora mi hija me acaba de revelar que el secreto radica en un candado extra, trabado en un aro de hierro que estaba en el piso y que yo no había advertido. Me pongo a trabajar presuroso. Cae la noche y la puerta del patio es el acceso preferido de todos sus demonios.


Beckett en La Matanza

Están ahí, en el medio de la nada, de la noche, del barrio. Fuman, no importa qué, si porros o cigarrillos, fuman algo y eso sí... no hablan. El policía llega y los interroga. Balbucean, y del confuso relato parece desprenderse que vienen o van, o deliberaban si irían al cumpleaños de un amigo o de un familiar o de un conocido o desconocido, mujer u hombre. Se quedan quietos, aguardan algo que no llega, como Vladimir y Estragón. Sin embargo, Beckett nunca estuvo una medianoche en el conurbano bonaerense.


sábado, 14 de enero de 2017

MAL DE MUCHOS

23 de julio de 2016, Pcia, de Entre Ríos

Me detengo en un camino de tierra, en un negocito de algo, el único lugar donde puede haber gente.
En efecto, encuentro dos hombres.
Después del saludo, preludio la consulta con : "me parece que ando un poco perdido..."
El que tiene pinta de ser el dueño, me interrumpe: "medio país anda como usté, mi amigo!"


EL POETA VALENCIANO

16 de octubre de 2015

Al contrario de muchos, creo que las visitas guiadas pueden ser útiles en lugares donde uno se va a quedar un tiempo. Eso permite volver a lo que te interese y no gastar energía en lo que no.
Ahora, si vas a estar un día en una ciudad, es preferible patear por las tuyas, que irte con la ilusión que la conociste, porque un guía te contó un par de boludeces.
Eso hice esta mañana, tempranito, en Valencia. Ubiqué en el plano el casco histórico, pregunté que bus podía coger -si decís agarrar, acá piensas que vas a pegar un zarpazo-, y me subí a él, rumbo a la Plaza del Ayuntamiento.
Planito y lupa en mano, acompañaba el trayecto del ómnibus (odio andar pidiendo que me avisen donde bajar, como si fuese un turista tarado), cuando un cartel luminoso en una parada me confundió, porque no coincidía con mis cálculos del recorrido que faltaba. Ahí capitulé y pregunté. Los españoles son muy amables y el señor mayor que estaba sentado delante mío no fue la excepción. Me confirmó que faltaba bastante, y que el error había estado en la interpretación del cartel, no del plano.
El venerable galaico siguió la conversación indagando sobre mi nacionalidad, y cuando se la dije, me repreguntó si comprendía bien el español.
Vaya a saber que brutal degeneración del idioma pensaría que practicamos en la Argentina. Eso si es que sabía que resulta común con el suyo.
Zafé, cortés, contestándole que si bien había muchos modismos diferentes, lo entendía perfectamente.
Aprobado que fuese el examen de lengua, pasa a preguntar si me gusta la poesía.
Respondo que sí, que admiro a poetas españoles, como... no alcanzo a mencionar ni a Lorca, ni a Machado, ni mucho menos a Alberti o Alexaindre, que se presenta como poeta y acto seguido pasa a descerrajarme dos piezas de su autoría.
La primera versaba sobre la madre, y terminaba advirtendo que se la debe honrar tanto viva como muerta.
La segunda relataba las penurias de los ancianos, privados del afecto de los hijos, que terminan abandonándolos en un geriátrico, único lugar donde encuentran algún solaz, entre personas de su misma edad.
La de la madre la recitó con mucho sentimiento, haciendo pausas estudiadas para causar efecto, y poniendo énfasis en los pasajes preceptivos. La otra, si bien la empezó de igual manera, comenzó a acelerarla de pronto, sin lógica, tipo Pinti, lo que me hizo pensar que estábamos llegando a mi parada.
Efectivamente, con el último verso, el bus se detiene, y casi sin aliento, el señor me indica que debo bajarme.
Mientras lo hacía, me gritaba que hoy actuaba no se en dónde, que me invitaba a verlo.
Estas cosas no te pasan en los tours...



Todo sube, menos la sal...

Hace más de una década, me desperté en el dpto. de una señorita, que amorosamente, me estaba preparando el desayuno. Hablaba mucho, y le pedí que se calle un momento, porque quería recordar un sueño. Se puso furiosa, argumentaba que ella, aún con dolor de ovarios, me había preparado el desayuno, y yo pretendía que se calle... por un sueño!!! 
Que anduviese con la regla podía exculparla por su reacción, pero en absoluto por el menosprecio de los sueños. No volvería a andar con alguien que no los valorase.
- Sueño mucho.
- Varias personas me comentaron que sueñan mucho acá
- Son sueños muy vívidos, tocás a los muertos, los olés
- Lasalmasbajan
- Qué?
- Lasalmasbajan
- La sal más baja??? No entiendo...
- Las - almas - que - bajan
(escrito cuatro años atrás en Mar de las Pampas - Mar de los Sueños)