viernes, 22 de marzo de 2019

CUESTIONES CON LA INFANCIA

Pongamos que yo hubiese mencionado en una charla lo mucho que me gustaban los bocaditos Cabsha y el tipo me mandara algunos antes, como atención, no recuerdo bien.
El tema es que ahora me encuentro con el envío del correo en el escritorio, donde lo había dejado mi mujer o la empleada doméstica. Lo primero que advierto, al desenvolver el paquete, es una cantidad impresionante de bocaditos. La sorpresa no es por el obsequio en sí, sino por su magnitud. Inmediatamente, antes de seguir revisando, me aboco a comer. 
El envío se trata de un "clipping", que así se le llama, para quien no lo sepa, a las hojas arrancadas de diferentes números de una publicación. Específicamente, en la jerga comiquera,  se aplica a recopilaciones de un mismo título en (continuará), como en el caso, en que la revista es Billiken y la historieta Arturo el fantasma justiciero. Entregas salteadas de dos episodios de los que ya había conseguido hace tiempo los originales completos en ediciones francesas. De todas maneras estaba negociando esos recortes aparecidos en Mercado Libre porque las páginas de Billiken tenían su encanto particular. O porque quedaron fijadas en esa versión en mi infancia, cuando las leía.
La negociación no se había cerrado ni mucho menos. Yo había hecho una oferta sensiblemente menor a lo que pedía el mercader que las publicó. Ahora me las mandaba, pero contestando que no era posible aceptar mi oferta, que era buen negocio para mí comprarlas al precio fijado. Me ofrece, sí, la opción que me quede sólo con las páginas de uno de los episodios, a menor valor, lo cual no me parece interesante como propuesta. Los Cabsha, sea lo que fuese, venían de regalo. Menos mal, porque ya me había comido la mitad. 
El tipo prácticamente me había puesto en la obligación moral de pagar por el envío lo que él pretendía. Por un momento pensé ¿y qué pasa si hago un paga Dios?...