Ibamos a un restaurante con un grupo numeroso de amigos. Cuando traían la gigantesca picada e iban a apoyar las fuentes, la mesa se desbalanceaba, a riesgo que se cayera todo. Buscába el defecto con los mozos y comprobábamos que la mesa poseía artilugios que la convertían en cama, estantes, sillón. Pero como mesa no servia.
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