jueves, 25 de enero de 2018

CASTIGO

El castigo era la muerte. Hay que decirlo sin eufemismos por más que el dictador afirmase que existía una vía de salvación. La broma macabra que había pergeñado para tranquilizar su conciencia, consistía en una prueba. El reo debía arrojarse cabeza abajo, con el cráneo cercenado. Si lograba encajar con la tapa de los sesos que estaba en el piso, sería amnistiado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario