En el patio frontal de la casa, había una lápida. Cuando empezamos las tareas de refacción descubrimos que la urna estaba enterrada en el patio de atrás. Existían tres posibilidades: a) enterrar la urna junto a la lápida; b) trasladar la lápida donde estaba la tumba y volver a enterrar allí la urna; c) tirar todo a la mierda. Me decidí por una cuarta. Dejé la urna junto a la lápida sin enterrar, a la vista de todos. Ahorré un trabajo extra y seguimos adelante con las refacciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario