sábado, 11 de julio de 2020

IRSE

No es cierto que se muere solo. Siempre va a morir con uno el último recuerdo sobre la tierra de alguna persona. O al menos, de algún momento de ella. Seguramente me llevaré conmigo a mi abuelo, en Gualeguaychú, saludándome desde la canoa. O el gesto de mi papá, que estaba en cama cuando le dije que había muerto el tío Ramón, y se tapó el rostro con la sábana. O a mamá, un día de invierno, sentada en el mismo sillón que tengo ahora en el living, angustiada y aburrida, pero no queriendo salir a la calle porque había dado parte de enferma en el trabajo. Espero no olvidarme para entonces, espero que me acompañen, partir con ellos.

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