sábado, 5 de mayo de 2018

Quieto, Kioto!!!

Salgo a caminar y una chica que va delante mío salta un accidente de terreno, que yo reputo demasiado peligroso para mis habilidades. Me cruzo con un profesor de gimnasia de Zárate, vecino de la infancia, al que pocas veces he vuelto a ver en mi vida, y me jacto con él de estar en forma. No se me ocurre preguntarle qué hacía en La Plata. Sin embargo, inmediatamente, yo sigo camino en Zárate, rumbo a la casa de mis suegros. Paso por un lugar lleno de perros, y un gato insistente logra que lo lleve a upa. Muy caprichoso el gato, de modo que cuando intento darlo vuelta, chilla. Entonces me canso y le grito: "Quieto!!!". Aparece una nenita llamada Kioto que me sigue varias cuadras. Llegado a un barrio chino, grito "Kioto!!!" y de un negocio sale la madre, que juntando las dos manos hacia arriba y haciendo genuflexiones avanza a buscarla.


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