domingo, 24 de julio de 2016

Picasso y yo

Picasso estaba haciendo algo así como un mural en una calle de Zárate. Era un anciano muy petiso y de una enorme corpulencia, resaltada por el sobretodo que envolvía por completo su figura. En la tarea del mural embestía contra un hueco de la pared, cual si fuese un toro. A su lado, acostada en el piso, una bella mujer madura se limaba las uñas. Yo pensaba que Picasso reflejaba en la obra que estaba realizando la problemática del cornudo. Cuando pasaba cerca, lo miraba y el me veía. Yo dibujaba con los labios la palabra "maestro". Picasso sonreía, y con lenguaje gestual me advertía que no hay que beber.


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